- 3 Ene 2007
- 1.279
- 3
- 38
REPRODUCCIÓN DEL BETTA SPLENDENS
Al contrario de lo que se piensa, el Betta no reconoce el sexo de otro Betta a simple vista sino que observa las contestaciones o reacciones del contrario a su danza de cortejo; un Betta puede estar con las aletas plegadas y casi sin color (grisáceo) pero en el instante en que aparezca en el acuario otro Betta más vistoso que el primero, viéndose las caras, desplegarán sus aletas al máximo para mostrar su esplendor. La coloración también sufre esta “explosión” en la exhibición personal del Betta en la danza del cortejo, en la que se procura sacar el máximo efecto de cada mancha brillante de color y de cada radio irisado de las magníficas aletas. Ante la presencia de un macho elegante la hembra abate las aletas, dejándolas plegadas; si no quiere aparearse con el macho escapará para no resultar mal herida por las embestidas del macho (Los combatientes se atacan a puñaladas y no a mordiscos. El pez aparta las mandíbulas lo necesario para que todos sus dientes se dirijan hacia delante y en esta posición se lanza sobre el costado de su adversario con toda la sorprendente fuerza de su musculoso cuerpo). Si quiere aparearse con el macho se aproxima él de manera especial, suave, «tímida», o sea, con una actitud corporal que constituye precisamente la opuesta de la jactanciosa del macho. Y entonces empieza la ceremonia del amor.
El nido del combatiente consiste en un montón de burbujas de aire, estrechamente adheridas entre sí y que forman un saliente sobre el nivel del agua, recubierto de tenaz saliva y muy resistente. Mientras lo construye, el macho luce sus colores más bellos, que aun ganan en fuerza y luminosidad cuando se aproxima una hembra. Rápidamente, el macho se precipita hacia ella y se detiene radiante. Si la hembra está dispuesta a seguir la llamada de la naturaleza, lo manifiesta adoptando una coloración determinada, con franjas pálidas transversales irregulares.
Manteniendo las aletas estrechamente plegadas, la hembra nada con lentitud hacia el macho, que extiende tembloroso todas las aletas, casi hasta desgarrarlas, y se coloca siempre de manera que ofrezca a la cortejada el maravilloso espectáculo de uno de sus costados. Un momento después, el macho nada en dirección al nido con un amplio y gracioso movimiento.
La hembra es atraída hasta debajo del nido de espuma. Entonces se inicia una danza de apareamiento; el macho debe siempre mostrar a su dama su magnífico flanco y la dama debe mantenerse constantemente en ángulo recto con él. El macho nunca debe ver el costado de ella, pues de ocurrir así, el comportamiento de él sería grosero, poco caballeresco y hasta maligno, ya que en estos peces, lo mismo que en otras especies, el mostrarse de costado es señal de virilidad dispuesta a la lucha e instantáneamente despierta en cualquier macho un cambio absoluto de talante: el amor más sublime da paso al odio más salvaje.
La reproducción puede prepararse de varios modos, siendo tres los más comunes:
a) Se colocan varias hembras en un acuario bien plantado y decorado, a la espera de que se emparejen para retirar a las demás hembras.
b) Se coloca una maternidad o separación transparente en medio del acuario para la reproducción, a un lado el macho y al otro la hembra. Llegados a este punto y antes de continuar destacar que hay dos variantes para este método; el método clásico y el método “de la rendija”.
- El método clásico implica dejar que se vean a través de la maternidad hasta que ambos hagan burbujas en ésta, momento en que se retira la maternidad con cuidado y empieza el cortejo.
- El método de la rendija es similar al método clásico pero se deja una rendija suficiente para dejar pasar a la hembra pero no para que pase el macho, como resultado la hembra acudirá a la parte del macho cuando quiera y se retirará cuando este la acose demasiado. Finalmente, cuando la hembra esté lista pasará al lado del macho para meterse en el nido y empezar los abrazos de la reproducción.
c) Se coloca al macho en el acuario de reproducción, se colocan a las hembras en botes transparentes y se colocan en esquinas distintas (preferiblemente opuestas). Cuando el macho elija una comenzará el nido de burbujas cerca de ella, este será el momento para retirar a las demás hembras y liberar a la hembra seleccionada por el macho, dejando que comience el cortejo.
Como ya se comentó antes, el cortejo es básicamente una persecución a las hembras por parte del macho, descargando ataques contra ellas que les dañarán las aletas e incluso pueden causarles la muerte, en un intento violento de atraerlas hacia el nido para la reproducción.
Una vez que la hembra se decide por la reproducción se mete en el nido para comenzar. Durante la reproducción el macho abraza a la hembra envolviéndola con su cuerpo plegado con el objeto de fecundarla. Cada vez que sea fecundada, la hembra expulsará racimos de huevos blancos que el macho bajará a recoger con la boca, para depositarlos entre las burbujas del nido envueltos a su vez en burbujas nuevas.
Una vez terminada la puesta, que puede durar varias horas, se retira a la hembra para evitar ataques del macho o que se coma los huevos recién depositados. A partir de este momento, si el macho se comporta como buen progenitor, el macho se encarga de recoger a los huevos y luego a los alevines, para devolverlos al nido de burbujas. Si el macho se comporta como buen progenitor, se le retira cuando los alevines empiecen a nadar horizontalmente (durante los primeros días nada en vertical y se cansan rápido) para evitar que se estrese y se los coma. Si se da el caso de ser un mal progenitor (no cuida el nido o se come a sus descendientes), se retira al macho y se plantean dos opciones:
a) Se coloca a la madre y si se hace cargo de la puesta como debiera haber hecho el macho, se la deja hasta que los alevines empiecen a nadar horizontalmente.
b) Si la madre tampoco se hace cargo de la puesta, siempre se puede recurrir a recoger los huevos con una jeringuilla para depositarlos con cuidado en el nido de burbujas.
Manteniendo la puesta
Entre el primer y segundo día de iniciarse la puesta empezarán a eclosionar los huevos dejando paso a los alevines; en el momento de la eclosión, los alevines disponen aún de reservas energéticas de la madre y pueden estar unos días sin alimentarse (aunque es arriesgado y desaconsejable).
Los primeros cuatro días comerán infusorios (naturales o comerciales, aunque algunos criadores se decantan por los naturales por estimular mejor el desarrollo y economizar en los gastos de alimentación con cultivos fáciles de mantener en casa), a partir de este día podrán recibir nauplios de artemia recién eclosionados para enriquecer la dieta y estimular su desarrollo. Cuando los alevines tienen veinte días aproximadamente, comenzarán a comer una gran variedad de alimentos.
Este artículo es propiedad de Alejandro Varela González, LITTL3 y está protegido por licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
Esta licencia autoriza la libre distribución del material protegido, sin editar el contenido ni modificar los datos de autor. Para solicitar permisos extraordinarios, contactar con el autor: Alejandro Varela González, LITTL3
Autor: LITTL3
1ª Edición y publicación: rpichu
2ª Edición y publicación: Elma
Arreglos de texto: Elma
Fuente: www.portalpez.com
Última edición: